Siempre he pensado que las
personas merecen ser bendecidas, no solo por Dios, sino por todos los seres
humanos, cuando uno hace el bien, solo se puede aplaudir, dar las gracias y
decir necesitamos más personas que como usted deseen hacer el bien.
En el mundo hay muchas
dudas, muchas peleas, muchas personas sufriendo, porque la sociedad las aparta,
no las valora, no les da oportunidades, es deber de todos intentar que las
cosas mejoren, que nadie se quede fuera y si se queda fuera, que sea porque esa
persona así lo desea.
Avanzamos por el camino de
la vida, cuando muchas veces no es algo que parezca fácil, las cosas nos salen
unas veces a favor, todo nos va con viento a favor y sin embargo otras,
parecemos más perdidos que un elefante en una cacharrería.
Todos tenemos cosas buenas,
que muchas veces no dejamos salir de nuestro interior, porque hemos tenido
alguna mala experiencia o bien porque los demás no entienden o no saben
apreciar nuestra forma entender las cosas. Por eso debemos lanzar alegrías,
buenas obras a este mundo esperando y deseando que estás se unan como gotas a
otras y formen un océano o como granos de arena consigamos una playa, para que
motiven a otros a hacer lo mismo. Generemos pequeños motores que generen nuevas
sinergias positivas, que nos ayuden a conseguir un mundo mejor.
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