Cuando vemos el sufrimiento
en las personas por una enfermedad, nos emocionamos y sentimos el dolor que
puede sentir esa persona, desearíamos poder tener el don de hacer milagros, no
porque el mundo se maraville, sino porque vemos el dolor, la angustia, nos
ponemos en el lugar de esa persona, nos podría pasar a nosotros y consideramos
que nadie debería sufrir de esa manera.
Quiero decir que me siento
creyente, aunque no soy practicante, en mi relación con Dios, considero que
siempre ha sido especial, os podría contar muchas cosas, como que fui
monaguillo durante tiempo, me es fácil romperme al ver el dolor ajeno, supongo
que aún quedan cosas buenas en mi corazón, creo que ayudarnos es una muestra de
amor hacía nuestros semejantes.
Hay muchas personas en el
mundo sufriendo enfermedades que dejarían tu vida sin ilusiones, sin aliento,
sin fuerzas, por eso debemos luchar cuando aún tenemos fuerzas para llenar este
mundo de siembra, de buena semilla, de amor, de bien, deseando que Dios en su
inmensa misericordia, quiera obrar en la vida de muchas de esas personas no
para generar espectáculos a los ojos del mundo, sino para que esas personas
noten la presencia de su amor, el milagro que ellos desean en sus vidas, para
poder ser felices.
Cuando uno ha vivido y
considera que ha hecho todo lo que deseaba, es más fácil dejar este mundo,
muchas veces solo desea dejar todo atado, para el bienestar de su familia, irse
pensando que los que quedan estarán bien, eso transmite paz a su vida.
Me encantaría que el amor de
Dios llenará la tierra, pero me conformo con que Dios mire en los corazones de
las personas que le necesitan y obre milagros en sus vidas, capaces de
transformarlas a mejor. Sed llenos del amor de Dios.
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